EL BUSCADOR DE MUEBLES

04.06.2018

EL BUSCADOR DE MUEBLES

Trabajaba en una fábrica de muebles, en el final de la cadena, ya en el almacén, y su cometido era buscar, buscar muebles, embalados, por módulos o por piezas, y preparar cargas para camiones y para clientes. Se pasaba el día buscando vitrinas, muebles bar, cabezales de cama embalados, mesas, módulos de cajones y de puertas, columnas, estantes, zócalos, y completando notas, pedidos, y cargas. Buscando se encontraba a veces con la burla o el comentario socarrón de alguno de otra sección de la fábrica, con la mala cara de algún encargado, o con el grito del jefe. Estaba cansado de buscar, igual que otros estaban cansados de montar muebles, de lijar piezas, de pulimentar muebles, de cortar y taladrar, o de embalar.

Un día, por la tarde, nadie sabía lo que buscaba ciertamente, recorrió repetidas veces el almacén mirando por todos los rincones, por todas las medidas, mirado todo el almacén siguió buscando por la sección del embalaje, después por la sección del montaje, por la sección del pulimento y hasta por la sección de máquinas, y cuando le preguntaban ¿Qué buscas? Se daba la vuelta con gesto negativo, cuando le repitieron la pregunta sonó la sirena, y entonces contestó: busco las siete y media de la tarde y creo que ya las he encontrado. Su interlocutor se quedó perplejo. Y pronto salió de aquella nave industrial que ya se le antojaba un campo de concentración.

Buscó un trabajo que no le disgustara, al que no llegar en invierno triste por la mañana temprano todavía de noche con frío y sueño y salir por la tarde ya de noche con cansancio y tristeza. Buscó un trabajo que le motivara y para el que no fuera un aburrimiento y una condena las horas, con el que el tiempo no se le hiciera eterno. Buscó, buscó insaciablemente cambiar de trabajo y cambiar de vida, y finalmente y aun luchando contracorriente lo consiguió.

Entonces buscó el amor, la estabilidad emocional, lo que llaman la media naranja, y al poco de encontrarlo o haberlo creído encontrar, encontró la decepción y la tristeza, el disgusto y el desengaño.

Entonces desconcertado buscó sin saber muy bien qué buscaba, buscó morbo, buscó placer, buscó sensaciones nuevas, emociones fuertes... Buscó riesgo, y estuvo apunto de encontrar la muerte.

Viajó y conoció mundo y buscó y buscó...

Buscó el placer y la satisfacción y encontró la amargura y el dolor.

Buscó el amor y encontró el desamor.

Hasta que un día sin buscarla encontró la alegría y el bienestar.

En su larga trayectoria encontró la traición y la maldad, el engaño y la mala fe.

Encontró la felicidad, el amor, la satisfacción y el placer.

Encontró buena y mala gente, pero más gente buena que mala.

Pero siguió buscando, hasta que un día, con tristeza, llegó a la conclusión de que mientras viviera jamás dejaría de buscar, ni de encontrar. Que seguía siendo aquel chico que mucho tiempo atrás buscaba muebles en aquel almacén y quiso buscar algo más. Que no siempre se encuentra lo que se busca ni se busca lo que se encuentra. Que todo viene sin más y sale como sale a veces sin buscarlo. Que buscando a veces no se encuentra, y a veces se encuentra sin buscar. Y que la vida es una fuente inagotable de encuentros y desencuentros.

Relato del libro "mucho más que un sueño" de Juan Gil Palao https://store13842348.ecwid.com/MUCHO-M%C3%81S-QUE-UN-SUE%C3%91O-p106109931


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