ESTO ES DE LOCOS

22.03.2020


ESTO ES DE LOCOS

Creo que estoy en un sueño, que esto no puede ser real, que esto no puede estar pasando. Pienso que estoy en una película de ciencia ficción, de tantas futuristas y apocalípticas. Pero me duermo y sueño con la normalidad y la cotidianidad, y despierto y sigo aquí. La calle está desierta, pasa algún coche, alguien paseando al perro, y algún esporádico transeúnte. Oigo por un lado tocar un violín, por otro oigo tocar una trompeta, salgo al balcón al oír gritos y me encuentro a un hombre en pijama, en un balcón del bloque de enfrente, invocando a Dios, pidiendo misericordia, y recitando de memoria salmos. Oigo otro grito, en otro bloque más allá, diciendo que Alá es grande. Y en el balcón del primer piso del número treinta de la calle veo al mismo vecino solivión que, haya confinamiento o no, se pega casi todo el día en el balcón fumando y mirando todo movimiento, hasta ahora, que apenas hay movimiento en la calle. ¿Pero esto qué es? El teléfono móvil no para de pitarme, el Wasap, el Messenger, los correos... Contesto a algunos mensajes, pero ya son tantos que paso. Videos, fotos, montajes, enlaces, audios... Algunos mensajes me hacen reír, otros me entretienen bastante, alguno me emociona, otros son ilustrativos, otros meramente informativos, aunque las noticias no gusten, pero la mayoría son... Son... No sé... Barbaridades de toda clase y toda índole, humor de lo más absurdo y más siniestro, comparaciones tontas con cosas que no tienen nada que ver, difamaciones, informaciones disparatadas que no sé de donde las sacarán ni quien se las inventará, especulaciones, insultos... Pero... ¿Esto qué es?

Me siguen diciendo que no se puede salir de la casa, que el estado de alarma parece ser que va para largo, y me siguen viniendo a la mente películas futuristas y apocalípticas.

Dicen que es el coronavirus, un virus que se propaga a gran rapidez, que se contagia de forma tremenda, un intruso que partiendo de Asia ha invadido el mundo y ha conseguido paralizarlo. ¿Es esto real? ¿Quién ha creado esto? ¿China? ¿Un sabio loco? ¿Las industrias químicas? ¿O... Es cosa de extraterrestres? ¿Qué pretenden? ¿Acabar con los viejos para no pagar pensiones? ¿Acabar con la humanidad? ¿Es una profecía bíblica?... Me sigue pitando el wasap, y sigue saliendo de todo. Nunca había tenido tantos mensajes, tantas conversaciones de grupos, y nunca había cargado tantas veces el teléfono móvil, bueno, teléfono, esto ya es de todo menos un teléfono, pues para lo que menos se usa es para llamar.

Mi hermana me dice por el wasap que a mi sobrino le han puesto una multa por que lo han pillado yéndose a ver a la novia y no se le ha ocurrido ninguna excusa que justifique su salida. En esto sale al balcón de al lado mi vecina, y me dice que han multado a su marido, por algo parecido, por saltarse la norma y no aguantar en el piso, y eso que ese hombre no hacía otra cosa que estar todo el día en la calle y en el bar, pero sin el bar... Madre mía sin el bar. «Esto es de locos», me dice esta vecina.

Me comenta que a unos vecinos del mismo bloque no se les ha ocurrido otra cosa que irse a la playa, y que los han parado en un control de carretera, les han puesto "un multazo" y les han obligado a regresar. Pero bueno. ¿No se enteran?

Ya están discutiendo los del piso arriba, desquiciados, con tres niños, los gritos suben de tono y, como a alguien se le ocurra llamar a la Policía se llevan al hombre detenido por supuestos malos tratos, aunque se oigan más los gritos de ella que los de él. Y se están poniendo a caldo, se oyen los insultos, y con los niños delante. No creo que se lleguen a pegar. Hasta que se oye el llanto del más pequeño. « ¿Hás visto? Lo que has conseguido», « pero si la que gritas eres tú », «¿ y tú no gritas?». La conversación baja de tono, ya no se les oye gritarse, menos mal. Luego, por la noche, parece que se reconcilian del todo, no se cortan, pues su habitación pilla encima de la mía, y se oye la cama, y hasta los gritos y gemidos de ella. Estos cuando salgan del encierro van por el cuarto vástago. Ya verás. Pero poco después de la discusión se oye a los dos niños mayores jugar, saltar, reñir y llorar. Están hartos, están desesperados, quieren salir. En estos momentos me siendo afortunado de no tener niños pequeños, el mío ya se tiene solo y hace un año que se fue a vivir con la novia, lo mismo en estos días me hace abuelo. También me siento en este momento afortunado de estar divorciado, pues si aún estuviera con Merche, madre mía, qué penoso me hubiera sido el encierro. Y mira que me costó dar el paso.

La parejita del primero se turnan para sacar treinta veces al día los perros, y el hombrecillo del bajo yo no sé los viajes que hará al supermercado.

Yo, lo llevo bien, dentro de lo que cabe, me esperan varios libros a medio leer y otros tantos por leer, varios relatos a medio escribir y una novela que no consigo continuar. Además, con la guitarra, que es todo un mundo, tengo la vida resuelta. Por no hablar de las películas y series que tendré en el disco duro.

El párroco de la iglesia de la esquina ha puesto dos altavoces en la torre del campanario y, varias veces al día, pone salves, himnos y músicas religiosas que durante unos minutos hacen retumbar a todo el barrio.

Al oscurecer hay animación, vuelvo a salir al balcón. Se ven muchos vecinos en ventanas y balcones, gritan, exclaman, aplauden. Se oye música, se oyen músicos, se oyen sirenas... Se oye por un lado "resistiré" del Dúo Dinámico, por otro lado " que viva España" de Manolo Escobar, "el torito guapo" de El Fari, el himno de España, y otra vez "RESISTIRÉ". El de enfrente vuelve a invocar a Dios y a recitar salmos. Y la vecina del balcón de al lado me vuelve a decir que «esto es de locos».

Cuando me duermo creo que voy a despertar en lo cotidiano, en el trabajo, en el día a día, en la normalidad. Pero despierto, me levanto, y al asomarme vuelvo a ver la calle vacía, vuelvo a encontrar el móvil con sesenta mensajes no leídos, y al salir al balcón me encuentro al de enfrente en pijama gritando más fuerte que nunca, lanzando mensajes apocalípticos, pidiendo perdón a Dios... En un tono desesperado y desgarrador. Lo veo más exaltado que nunca, y me da la impresión que se va a tirar por el balcón de un momento a otro. Pasa por la calle un viejo gritando «sinvergüenzas», la verdad es que no sé ciertamente a quiénes se refiere. Y oigo a otro decir que esto con Franco no pasaba. En otra ventana veo a otro gritar «¡esto es una mierda!». En un paso de peatones no doy crédito a lo que veo, cruza uno con un disfraz de dinosaurio y un coche patrulla se detiene y le grita que si es que se cree muy gracioso. Desde el altavoz de la torre del campanario de la iglesia suena la Salve. Más abajo oigo a un musulmán gritando Alá y hablando en árabe. Y sale mi vecina del balcón de al lado, me saluda y me vuelve a decir, « esto es de locos».

Relato de :  Juan Gil Palao.


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