HOLA, ME LLAMO GILIPOLLAS

26.03.2020

HOLA, ME LLAMO GILIPOLLAS 

(CUENTO SATÍRICO SOBRE EL CORONAVIRUS)

Hola, me llamo Gilipollas. Así me debo de llamar, porque por este nombre me llama todo el mundo. He debido de ser muy informal, pues nadie me toma en serio.

Sólo recuerdo que me caí y me golpeé en la cabeza, y deduje que nadie me vio ni oyó el golpe. Al abrir los ojos, una mujer me dijo «¿qué haces ahí en el suelo, gilipollas», « ¿tú quién eres?», le contesté. Me dijo que si es que me creía muy gracioso, que no tengo gracia ninguna, y que está harta de mí. Después ante mi insistencia me repitió varias veces esa palabra que debe de ser mi nombre, «Gilipollas», y me dijo que era mi mujer, que llevaba más de veinte años casada conmigo y que estaba harta de mí. Me encontré con una jovencita muy guapa y un chaval de unos catorce años, que me dijeron papá, lo cual me decía que debían de ser mis hijos, y también me llamaron « Gilipollas». Las tres caras, desde luego, me resultaban conocidas y familiares.

Les dije que me había dado un golpe en la cabeza y que no me acordaba de nada, y aquella mujer, que decía que era mi esposa, me dijo que el golpe me lo había dado al nacer y que siempre había sido un retrasado. Le insistía, pero seguían creyendo que estaba de cachondeo o me estaba quedando con ellos. Les dije que me iba a urgencias, que me había dado un golpe, y me dijeron que no se podía salir ni ir, que lo habían dicho, que nadie fuera porque el servicio de urgencias estaba colapsado y que había que llamar por teléfono, al 112. Así que llamé, y me preguntaron si tenía síntomas de corona, lo cual me sonó raro y en principio me pareció cachondeo, y al tocarme la cabeza y notarme el chichón, sin pensar, les dije que no me notaba ninguna corona y que más bien tenía síntoma de cuernos, que ese bulto era un cuerno que me debía de estar saliendo, la chica que había al otro lado de la línea me dijo GILIPOLLAS, y me colgó muy enfadada.

Sí que me acordaba del bar de Pepe, de eso sí, y me disponía a ir, a ver si allí tomándome algo y viendo gente me venía la memoria. Cuando me vieron abrir la puerta me dijeron casi a la vez, «pero dónde vas, gilipollas, con la que está cayendo», miré y vi que estaba nublado, pero no llovía. «Eso, vete, y a ver si no vuelves, o a ver si te meten en la cárcel».

El bar de Pepe estaba cerrado, y con un letrero que decía algo de un virus. Lo sabía, le había dicho muchas veces que era un marrano y que en cuanto se percataran los de Sanidad le cerraban el bar.

«Pero, ¿dónde vas? Gilipollas. Con la que está cayendo», oí que me gritaban desde un balcón. Y dale. Miré al cielo, estaba nublado y se estaba empezando a asomar el Sol. ¿Qué hacía la gente en los balcones? Y nadie en la acera.

De pronto vi gente con mascarillas, y con bolsas y carros repletos de papel higiénico. Lo que me decía de debía de estar en oferta, y me dirigí al supermercado. A lo mejor hasta lo estaban regalando, pues veía a mucha gente que llevaba cantidades.

En el semáforo le di al botón para que se pusiera en verde el peatón, pero no había ni un coche, ni se venía venir ningún vehículo ni de lejos, debía de ser el día internacional de ir sin coche o algo así. Y se veía muy poca gente. Qué soso que estaba todo.

Al llegar a la esquina me encontré con un montón de policías, todos con mascarilla, y me preguntaron que adónde iba. Les dije que había salido para ir al bar de Pepe y que parece ser que se lo habían cerrado por marrano, pues de la suciedad que había debía de haber entrado algún virus o algo así, y que ya que estaba el papel higiénico de oferta iba al super comprar unos cuantos rollos para que mi mujer no me tratara más de inútil. Les pregunté que si es que estaban regalando papel higiénico porque había mucha gente que llevaba. «Muy gracioso», me dijo aquel hombre muy serio. «Es imprudente, que vaya usted sin mascarilla», dijo otro agente. «Vaya, ya sé que soy feo, pero no hasta el punto de estar tapándome la cara con una careta». Los agentes se miraron y me pidieron la documentación. Les dije que no la llevaba. «A ver, nombre, dígame su nombre», a lo que contesté « Gilipollas», al oír esto me redujo y me dio una hostia. Miré a los balcones creyendo que me defenderían ante aquella agresión y aquel abuso de autoridad, que tendría testigos, pero gritaban, aplaudían y les decían a los policías «darle, darle más a ese gilipollas». Me volvió a pedir la documentación, y le volví a decir que no la llevaba, y con el blog y el bolígrafo en la mano me insistió en que le dijera nombre y apellidos, a lo que repliqué que me había dado un golpe y no me acordaba de nada, y que me debía de llamar Gilipollas porque era así como me estaba llamando todo el mundo. El policía me dijo «anda, váyase a su casa, si no quiere que lo detenga, pero váyase ya». «Está bien, está bien, mi casa sí que me acuerdo donde está». Ni a por papel de váter me dejaban ir.

La poca gente que veía llevaba mascarilla y guantes, y quien no llevaba cesta llevaba un perro. Qué raro que es todo esto, pensé. Está bien, iré al chino a ver si tienen caretas de esas y guantes, que allí tienen de todo, y eso se debe de haber puesto ahora de moda. Pero, ¡coño!, el chino también cerrado. Qué raro es todo esto. Vi que estaba casi todo cerrado, y que la poca gente que veía se comportaba de forma rara y me miraba mal.

Fui a varios bares más de la zona, y todos estaban cerrados, en uno había un cartel que decía, « si estás leyendo esto es que eres gilipollas, vete ya a tu casa».

Y en mi casa estoy, con mi mujer y mis hijos llamándome gilipollas, sin ayudarme y creyendo que estoy de broma. No encuentro el DNI ni ningún papel que ponga mi nombre. Me duele la cabeza. Y me voy a acostar después de escribir esto y subirlo a la red. Por favor, si alguien sabe quién soy que me lo diga, pues sigo creyendo que me llamo « GILIPOLLAS».

Ay, ahora me han cambiado el nombre, me están llamando «imbécil». Se mezclan en mi mente rostros e imágenes. Sí, ahora me acuerdo de mi mujer y mis hijos, de mis padres y mis hermanos, de mis sobrinos, de algunos amigos, pero... Que alguien me diga quién soy, qué está pasando, por qué está todo cerrado, por qué la gente lleva mascarilla y guantes y se comportan tan raro. Por qué se pone la gente tan nerviosa. Por qué está la Policía así. Qué ha pasado. De verdad. No me acuerdo.

Juan Gil Palao.

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