PREGUNTALE A LAS ESTRELLAS

25.02.2020

PREGUNTALE A LAS ESTRELLAS


Pregúntale a las estrellas
si por las noches me ven llorar
pregúntale si no busco
para quererte la soledad.
Pregúntale al ancho río
si el llanto mío lo vio caer
pregúntale a todo el mundo
si no es profundo mi padecer.
Nunca te olvides
que yo te quiero
y que me muero
de amor por ti.
A nadie quieras
en esta tierra.

A nadie quieras en esta tierra, tan solo a mi.

Pregúntale a las canoras,

aves que cantan en mi jardín,

pregúntale si no canto

mis melodías solo por ti.

A solas con tu recuerdo

entre tus brazos quisiera estar

mirarme en tus lindos ojos

tus labios rojos quiero besar.

No te olvides, que yo te quiero

Que por ti muero, muero de amor

Que eres la reina, de tierra y cielo

Que por ti llora mi corazón.

Dicen que era su canción preferida, también dicen que por las noches lloraba mirando a las estrellas, y que hablaba con ella ..., con su hija.

Habían pasado casi cinco años desde aquel fatídico día. Cuando ocurrió, aquí era de noche, y ella aseguraba que aquella noche estando durmiendo oyó un terrible estrépito y se despertó sobresaltada despertando a la vez a su marido. Cuando este le preguntó ¿qué pasa? Ella gritó "¡La nena... la nena! ", y salió a la marquesina alterada. Su marido, unos minutos después salió y la tranquilizó, "solo ha sido un sueño, acuéstate y descansa". Pero no se tranquilizó, ni descansó, ni durmió. Siguió igual de alterada, y al día siguiente su pesar se confirmó cuando vio llegar al cura y al alcalde, ya no como personajes o como autoridades, sino como amistades, amistades como las que hacía con casi todo el mundo por su forma de ser.

Sabía que algo pasaba y algo pasaba, por la noche había oído el golpe, el estrépito, el choque de algo que había ocurrido en otro extremo del mundo.

Antes de que hablaran dijo "mi hija, mi hija, ..... ha .... muerto", lo sabía, lo sabía ..., desde que despertó oyendo el estrépito. Ellos llegaron antes que la Guardia Civil, era un problema para traer los cadáveres.

Un año y medio antes, le costó un disgusto cuando su hija le dijo que se iba a un país de Latinoamérica, con su marido, no llevaban mucho tiempo casados, era una oportunidad muy buena y no debían desaprovecharla, y ella siempre quiso volar y ver mundo, necesita cambiar, convenció a su madre diciéndole que serían dos o tres años y volverían. Y la convenció. Y se sintió feliz de ver que su hija así era feliz.

Ya la echaba mucho de menos desde que se casó, ahora la echaría muchísimo más. Decía que era la alegría de su casa. Pocas veces la vio triste y decaída. La sonrisa era su semblante, su simpatía la engrandecía, y ante las adversidades siempre buscaba el lado bueno de las cosas.

Dicen que el tiempo todo lo cura, pero a ella no lo curó, aunque en apariencia seguía siendo aquella mujer simpática y abierta con todo el mundo, dos años después parecía haberlo superado, pero no," la procesión iba por dentro".

Dicen que todas las noches salía a mirar a las estrellas.

Alguien, alguna vez, le dijo que la muerte de un hijo no se supera, y tuvo ocasión de comprobarlo.

Ella seguía acompañando a su marido en la rondalla, y se integró en un coro de voces femeninas que incorporaron y que resultó exitoso, pero, "la procesión seguía por dentro".

Una señora quedó atónita cuando en el santuario, bajo el camarín de la patrona, sin conocerla le dijo, "mi hija lloró mucho cuando murió tu hijo". En efecto, el hijo de aquella señora, falleció como consecuencia de un trágico accidente de tráfico, con apenas diecinueve años, llegó vivo al hospital pero no pudieron hacer nada, su hija , que estaba de enfermera y lo asistió, y lloró y lloró, por impotencia, por no poder hacer nada, por ver como se acababa una vida a la que le hubiera quedado tanto por vivir, por ver como moría alguien que tenía muchas ganas de vivir, sin conocerlo, como si de un familiar se tratara... y sin imaginar que pocos años después ella terminaría de la misma manera pero mucho más rápidamente, cuando regresaba con su marido de dejar a unos amigos en el aeropuerto y un camión enorme invadió el sentido contrario poniendo en un momento fin a las vidas del joven matrimonio.

Hizo amistad con aquella señora, y a menudo se veían al coincidir en el santuario, junto a la patrona. Las dos eran creyentes. Y las dos se contaron sus historias y compartieron sus consuelos y sus pesares.

Ella reía, seguía igual de abierta y de simpática con todo el mundo, pero, la procesión iba por dentro. De carácter fuerte y temperamental, inquieta y nerviosa, impetuosa, no dejaba de sentir la espina que llevaba clavada por dentro.

Un día empezó a decir que hablaba con su hija, y que esta le decía que estaba bien. No le hicieron demasiado caso, ni su hijo ni su marido. Poco después empezó a decírselo a las amistades más íntimas y a las personas de más confianza.

Varias personas dijeron que en las noches de verano la vieron en la oscuridad mirando a las estrellas, en el chalet, en el monte, donde cerca de la cumbre se ubica el santuario donde mora la patrona. Y en las noches de invierno, algún vecino dijo que la vio alguna vez en la terraza de su casa, en el pueblo, mirando a las estrellas, incluso con el frío viento del norte azotando y con tiempo desapacible.

Lo pasaba bien en las cenas que organizaban un grupo de amigos aficionados a la música de cuerda y que terminaban con un improvisado concierto de laúdes, bandurrias, guitarras y percusión, sin faltar las bromas.

Tenía buen sentido del humor y así lo expresaba, pero su tristeza seguía morando por dentro, y la sombra de tan gran pérdida no dejaba de seguirla.

A menudo la recordaba a su hija cuando acompañaba a su marido con la guitarra cuando este tocaba la bandurria, y como improvisaban y se coordinaban, o a su hermano cuando tocaba la trompeta, la recordaba en las reuniones de familia, en las fiestas, en las navidades, en casa, en el día a día .... a menudo recordaba su espontaneidad, su sentido del humor, su ímpetu y sus ganas de .... todo, y sobre todo de vivir.

Un día le dijo a su hijo "la nena me necesita", y su hijo le respondió "la nena donde esté estará bien, nosotros, los que estamos aquí, yo y papá, somos los que te necesitamos". Pocos días después dijo que "la nena la estaba llamando". "¡No digas tonterías!", le replicaron. Pero también se lo llegó a decir a algunas amistades intimas o de confianza que le respondieron de forma parecida.

Llevaba un mes inquieta, como más nerviosa de lo normal, porque ella, en sí, ya era nerviosa, fue al medico y le dijo que se vigilara la tensión y le puso tratamiento, pero seguía nerviosa e inquieta, quizás afectada por varias cosas, quizás por pequeñas discusiones familiares sin importancia, quizás por la muerte del hijo de una vecina que también le afectó, aunque no menos que otras, como parecía afectarle cada muerte y cada sufrimiento ajeno que parecía sentir como propio, quizás por preocupaciones por algo que le inquietara y no quisiera contar, su hijo dijo que creía que ni ella misma lo sabía, pero que llevaba un tiempo muy rara y en la que no dejaba de nombrar a "la nena".

Hasta que una mañana, pareció confirmarse lo que ella misma parecía estar anunciando, y se fue con ella. De forma muy rápida. Un infarto tan fulminante que ni a la ambulancia le dio tiempo de llegar cuando avisaron, y al que los médicos no pudieron hacer nada.

Dicen que en sus últimos suspiros tarareaba su canción de forma tenue, y que la noche anterior la vieron una vez más mirando a las estrellas.

Yecla 5/3/2013.

Este relato forma parte del libro MUCHO MAS QUE UN SUEÑO

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